El instrumento para
conocernos a nosotros mismos
Dentro de nuestro
cuerpo existe un sistema complejo que nosotros desconocemos. Todas nuestras
funciones vitales vienen desarrolladas independientemente de nuestro control y
nosotros podemos intervenir solo indirectamente para corregir eventuales
disfunciones.
Esto sucede
porque ignoramos la existencia de un sistema energético capaz de conectarse
entre nuestra conciencia y nuestro cuerpo físico y emocional. Por lo tanto, una
vez que nos volvemos conscientes de este sistema, estamos en condición no solamente de percibir el estado de nuestro
ser, sino también de intervenir a favor para mejorarlo. Y todo esto se
desarrolla de manera muy sencilla y natural.
Antes de todo
observamos que a lo largo de nuestra columna vertebral y en nuestra cabeza
están ubicados 7 centro energéticos, llamados chakras, que están conectados entre ellos a través de
3 canales energéticos que empiezan en la base de la columna hasta llegar a la
cabeza.
Estos canales
energéticos tienen una correspondencia física con nuestro sistema nervioso autónomo,
mientras los chakras corresponden a
particulares plexos nerviosos (véase
imagen). Especificadamente los chakras están localizados a lo largo de la
columna vertebral, en los ganglios y a su vez se difunden en toda el área en
forma transversal a través de las diferentes conexiones nerviosas.
Como ya
sabemos, el sistema nervioso autónomo
actúa independientemente de nuestra voluntad y de nuestra conciencia, mientras estamos
generalmente más conscientes de nuestro sistema nervioso central, porque regula
funciones periféricas como el tacto y nuestra actividad cerebral . Por ejemplo ,cuando nosotros corremos o
tenemos miedo, espontáneamente nuestro corazón empieza a latir más rápidamente
y después, cuando nos paramos, el latido cardiaco disminuye y todo esto pasa
sin que nosotros tengamos un control directo sobre estos procesos vitales: en
realidad es nuestro sistema nervioso
autónomo a realizar un control sobre ellos.
El sistema
nervioso autónomo se divide en sistema
parasimpático y sistema simpático,
que tienen funciones algo complementares: uno inhibitorio y otro excitatorio.
¿Cuál es el papel del sistema nervioso autónomo en
el yoga?
Es el
instrumento que nos permite percibir
nuestra Kundalini y al mismo tiempo es el instrumento que permite a la
Kundalini de actuar sobre nosotros a nivel físico. De hecho, la correspondencia
física de los canales energéticos es exactamente el sistema nervioso autónomo.
En particular, el simpático se divide en simpático de derecha y de izquierda y
corresponde exactamente con los canales energético de derecha (Píngala Nadi) y de izquierda (Ida Nadi); mientras el parasimpático
corresponde al canal central (Sushumna Nadi).
Es interesante
observar que el sistema parasimpático presenta una discontinuidad a nivel
abdominal. La experiencia yoga nos enseña que justamente en la zona abdominal
existe un área llamada Void (vacío)
o Bhavasagara (océano de las
ilusiones) que corresponden análogamente a una discontinuidad del Sushumna
Nadi. Es propio la presencia de esta discontinuidad que impide a la Kundalini
de subir espontáneamente en el momento en que nacemos y también después: esto
significa que tenemos que superar las
ilusiones de la materia para acceder a un bien más alto.
Por lo tanto,
el sistema nervioso autónomo es la llave
de lectura de un antiguo conocimiento que en realidad está dentro de
nosotros mismos; para tener un conocimiento profundo y sutil de nosotros mismos
será suficiente “leer nuestras manos”.
De hecho el
sistema nervioso autónomo está distribuido en todo nuestro cuerpo y llega hasta
la periferia como son las manos y los pies. Ya es bastante conocida la
reflexología plantar: esta se fundamenta justamente sobre este principio.
Los nervios de
cada dedo o parte de la mano tienen una directa conexión con un chakra específico,
por esta razón cada señal que se percibe en la mano nos puede indicar lo que
pasa dentro de nosotros: cualquiera indicación es síntoma de un estado de
bienestar o de malestar del chakra. Esto
nos permite de tener un conocimiento objetivo de nosotros mismos.
De aquí se
puede deducir que la experiencia “espiritual” no es algo de trascendental para
creer sin evidencia, sino que actúa como
una expresión natural y perceptible de nuestro ser. Nuestro ser espiritual no
pertenece a una dimensión desconocida por nosotros (en lo alto de los Cielos),
sino que es parte integrante de nuestra vida.
¡Y este es un gran cambio de rumbo! ¿Por qué?
Porque nos
volvemos los naturales administradores de nosotros mismos o mejor dicho: ¡nos volvemos los maestros de nosotros mismos!
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