
La Kundalini,
antes de ser despertada, reside en nuestro hueso sacro enrollada en tres
espirales y media y es el residuo o mejor el reflejo de la energía primordial,
en sanscrito Adi Shakti que ha creado y mantiene el universo entero.
La Kundalini
no está solamente en condición de donarnos equilibrio y salud, sino también de
elevar nuestra conciencia y de hacernos evolucionar espiritualmente. Esta nueva
dimensión de nuestra conciencia viene llamada en sanscrito turiya, que
significa “cuarto”. De hecho los seres humanos viven normalmente en tres
dimensiones: la física, la mental y la emocional, la cuarta dimensión es la
espiritual.
En el pasado
esta experiencia era posible solamente para pocas personas que hubiesen llegado
a un alto grado de evolución a través de una vida de sacrificios y
austeridades. Actualmente, como dice Shri Mataji Nirmala Devi, la humanidad ha
entrado en una nueva etapa, el tiempo del florecimiento, cuando la experiencia
del despertar de la Kundalini (o Realización del Ser) se puede lograr fácilmente,
espontáneamente y llegar a las masas con el método Sahaja Yoga.
La energía
Kundalini se manifiesta en forma de hebras sutiles que se vuelven siempre más
numerosas según como vamos progresando en nuestra meditación. Ella sube a
través del canal central, nutre y pone en equilibrio nuestros chakras, hasta
llegar al hueso de la fontanela, donde nos da la experiencia de la Realización
del Ser.
En el pasado
grandes sabios y buscadores han hablado de la Kundalini, describiéndola y
representándola en diferentes formas, sin embargo este conocimiento fue
reservado por siglos a pocos buscadores. Desde la India a la China, desde la
América precolombina hasta a antigua Persia, desde los alquimistas y buscadores
de la Piedra Filosofal a los antiguos pueblos del Mediterráneo, la búsqueda y
la representación de esta energía materna, con diferentes nombres desde siempre
ha sido presente en todas las culturas. En India hablaron de ella grandes
sabios como Markandeya y Adi Shankaracharya que dedicó sus obras principales a
la alabanza de la Madre Primordial (por ejemplo el Saundarya Lahari). Después,
en el siglo XII, un grande santo del Maharastra, Gyaneshwara tuvo la percepción
que había llegado el tiempo de hablar a la gente común en forma más
comprensible, del ascenso espiritual y escribió un tratado sobre la Bhagavad
Gita, el Gyaneshwari en el cual describió muy delicadamente la naturaleza de la
Kundalini que descansa en el hueso sacro.
Afuera de la India se reconoció la existencia de una Madre
Primoridial en diferentes lugares: en la Grecia se llamó Athena, en la antigua
Roma Minerva, en la China Kwan Yin. El mismo símbolo usado para representar a
la Kundalini, la serpiente, es un símbolo antiguo de sabiduría y conocimiento.
La serpiente es también el símbolo representado en el caduceo: dos serpientes
enrolladas alrededor de un bastón: ellas se refieren a la lucha entre opuestos
(el lado solar y el lado lunar) que vienen equilibrados por la vía del medio
(en este caso el bastón), el canal central que es activado por el despertar de
la Kundalini.
En la Biblia
la serpiente es la que despierta el deseo de conocimiento en Adán y Eva, el
conocimiento de la Verdad, o sea el conocimiento de Dios; así como dentro de
nosotros la Kundalini nos permite de conocer a nosotros mismos a nivel
sutil y de conectarnos con la energía
omnipresente.
Recordamos
además que los antiguos griegos llamaron “hueso sacro” al hueso triangular que
existe a la base de la columna vertebral y “hueso de la fontanela” a la zona
que se encuentra en el tope de la cabeza, que es blanda cuando nacemos. Es
claro que ellos habían percibido algo.
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